Me iba de viaje de estudios con mis compañeros del secundario. Cuando llegaba al lugar (un desierto de tierra, nunca pude entender dónde), me daba cuenta de que me había olvidado unos papeles muy importantes. Todos me miraban con cara de orto, pero lo resolvíamos rápido: me los traía la mamá de un amigo que se incorporaba más tarde al paseo.
De repente se terminaba todo y estaba en Cuba con mis viejos. Comíamos a lo loco en un restorán: pescado, cangrejo, todo riquísimo. Yo me pasaba el almuerzo recomendando lugares para visitar, entre ellos Cayo Coco, Trinidad y Santiago, aunque quedaba un poco lejos. Nos habían dicho que la ruta que teníamos que transitar era medio jodida, entonces nos íbamos en nave espacial. En serio, nos subíamos a un cohete y zarpábamos hacia la aventura.
jajaja, buenísimo.
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