Cuando me desperté y me di cuenta de que no era así, me puse triste.
Darío me llamaba para que nos encontremos (yo atendía gritando "HOLA DARÍO!!"). Aprovechaba para saludarlos por el bebé. Nos encontrábamos en el patio de adelante de mi colegio y me contaban que en Niza ya hacía un poco de frío.
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